miércoles, 10 de febrero de 2021

EL ODIO AL RICO

 

Esta debe ser una de las muletillas más trilladas de la campaña electoral. Y lo entiendo. Plantea una salida fácil, que se tiene por obvia y, sobre todo, nos ahorra cualquier tarea de análisis. Recurrir al “odio al rico” para explicar el panorama electoral es un atajo que nos evita abordar discusiones más profundas, y fundamentalmente exculpa al candidato y su trabajo de campaña de todo error. Claro, es que según esa premisa él ha sido el prejuiciado, víctima de los estigmas sociales, y por lo tanto nada que hubiera hecho diferente cambiaría esa percepción porque el prejuicio sería, en fin, mera responsabilidad de los electores.

“No odian y rechazan a lasso, odian la palabra banquero y millonario”. Según este razonamiento, la mente humana no es compleja, es más bien elemental, el votante es simplista y no entiende nada, ni siquiera lo que supuestamente le conviene. Bueno, en mi opinión, lo elemental no es votante sino estos análisis paupérrimos, desconocedores de la realidad del país más profundo y de nuestra propia historia. Y que elude también el hecho de que otros actores políticos han recurrido a la estrategia comunicacional de posicionarse como exitosos empresarios, como Álvaro Noboa o Xavier Hervas, sin que eso sea una consideración naturalmente negativa.

¿Odio al banquero? No, señorxs. Miedo a un sector financiero desregulado. La historia política, económica y social de nuestro país está marcada por el feriado bancario, época en la que unos bancos quebraron e hicieron humo los ahorros de toda la vida de sus depositantes, y ciertos otros multiplicaron por millones su patrimonio a través de la compra de los CDRs a precio de “gallina con peste”, pagando a los depositantes alrededor del 40% de su valor nominal y luego revendiéndolos al Estado al 100% de su valor, y sí, entre estos últimos el Banco Guayaquil.

Y es que el feriado bancario no fue un evento aislado ni fortuito, sino la consecuencia de una serie de leyes y políticas económicas que flexibilizaron las operaciones crediticias vinculadas de la banca y que luego recurrieron a su salvataje, con la excusa de dar estabilidad al sistema financiero. No entraré a desmenuzar leyes o las particularidades del feriado bancario porque para eso están los expertos y en el internet tenemos toda la información a un clic de distancia. Me interesa más en estas reflexiones confrontar esos planteamientos simplistas del “odio al rico y al banquero”, como si no hubiera todo un análisis posible del candidato o de su campaña. Vista la historia del Ecuador, ¿rechazamos la palabra banquero, como dice la influencer? Definitivamente no, ser banquero es completamente legal, legítimo, y caramba, hasta deseable. No imagino siquiera el estrés y lo demandante que debe ser moverse en ese sector de tantos tecnicismos y variables, en fin -hablo por mí- les tengo respeto. Lo que debemos preguntarnos es si resultaría saludable o genera confianza tener un banquero dirigiendo un gobierno, en el sentido de comprender que el sector financiero es tan particular, que representarlo es un evidente conflicto de intereses con el manejo de lo público, con la planificación y ejecución de políticas nacionales, con ser jefe de Estado. Repito, ¿odio al banquero? No, miedo a un sector financiero desregulado.

Si queremos ir sumando complejidad a estas razones, otro factor a analizar es el de la concentración de poder que significaría un representante de la banca como Presidente de la República. Fuera de discursillos idealistas, sabemos que Ecuador siempre ha sido un país sin institucionalidad, el ejecutivo tiene de una u otra forma injerencia en todas las Funciones del Estado, ¿cuál es entonces el verdadero contrapeso del poder político?  Sin duda lo es el poder fáctico, en el que está por antonomasia la banca, las cámaras empresariales, la Iglesia y los medios de comunicación hegemónicos. Y sincerémonos pues sabemos perfectamente que todos estos poderes fácticos han estado y estarán alineados a Lasso, desde su campaña hasta su eventual gobierno. Entonces sí, si me preguntan si en estas elecciones nos jugamos la democracia o es una exageración de campaña, yo diría que evidentemente sí nos jugamos la democracia porque podríamos tener una concentración de poderes políticos y fácticos, posiblemente nunca antes vista.

Aun así, e incluso más allá de todas estas razones, podemos confrontar esta premisa pueril del “odio al rico”, si nos fijamos en el propio desenvolvimiento de Lasso en estos últimos años. No quiero hacer mucho más largas estas líneas así que me voy a centrar solo en unas pocas cosas. Primero, en su candidatura del año 2017. Lasso obtuvo en primera vuelta 28,09% de la votación, aun cuando en esa elección estuvo en competencia con la candidatura de Cinthya Viteri del PSC que obtuvo el 16,32%, ¿es que acaso en ese entonces Lasso no era conocido como banquero ni millonario? Sí lo era y tuvo un mejor desenvolvimiento que en estas elecciones en las que su votación fluctúa en el 19% y su paso a segunda vuelta ni siquiera está aún confirmado, pese a haberse candidatizado en alianza con el PSC. Entonces, no es que el desempeño penoso de Lasso hoy por hoy se debe a que de un momento a otro la ciudadanía se dio cuenta que “odia al rico”, NO. Que se haga cargo el candidato y su partido de sus alianzas y el acuerdo de gobernabilidad[1] que tuvo con el nefasto gobierno actual de Lenin Moreno, que se hagan cargo de haber hecho campaña a favor del “SI” en el 2018, y haber votado junto con el oficialismo en la Asamblea leyes antipopulares como la Ley “Humanitaria”, que se haga cargo de haber sostenido al gobierno de Moreno y sus Ministros durante el paro y la represión de octubre de 2019, pese a que fue una movilización de enorme apoyo popular (actualmente reflejada y ratificada en las urnas), que se haga cargo el candidato Guillermo Lasso de haberse opuesto personalmente a todas y cada una de las luchas de las mujeres estos últimos años. Háganse cargo señor Lasso y sus votantes del modelo económico e ideológico que defienden y abandonen esa muletilla del “odio al rico” que caricaturizando las motivaciones y preocupaciones de los electores no se ganan elecciones.





[1] https://4pelagatos.com/2019/05/20/por-que-lasso-da-oxigeno-al-presidente/

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